Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2023

Los mensajes que callé: Arañas en la casa.

Para aquellas diminutas creaturas merodeando en la oscuridad, en la fragilidad de la noche, con los pies descalzos aferrado a mis piernas, se fue mi seguridad.   Cómo fue que me la arrebataste.   Te maldigo por haberme hecho llorar, desquiciándome los sesos.   Una alimaña tan ordinaria e ínfima, ni con mi altura la podría vencer, y es que me hace sentir tan pequeñito en mi cobardía descomunal.   Y sé que no me puedo esconder ni huir parece una opción, me volvería loco observando sobre mi hombro, enfrentarte es lo que me queda.   Criatura que caminas en la oscuridad, siguiendo cada uno de mis pasos, ¿será una tregua el camino hacia la paz? Y es que hoy necesito dormir tranquilo.

Los mensajes que callé: El villano de su propia historia.

     Siempre he sido sindicado como el villano de su historia. Por un tiempo lo creí. Pensé que era yo quien tiraba de los hilos, maquineando todo, sembrando la semilla del mal y pronunciaba el hechizo. Y si así fuera, lo diría. No tendría reparos ni vergüenza alguna, porque santo no soy. Un diablo tampoco, sin embargo, debo confesarme. Y yo me cuestiono, qué es lo que hago mal. Que es lo que estoy proyectando. Por qué los demás sienten la necesidad de depositar en mí sus dolores y frustraciones. Me conviertes en tu vasija rota. ¿Acaso he faltado a la verdad? ¿No te he hablado desde el corazón? Y quizá no lo suficiente. Sinceramente, no como a ti te habría gustado, y si eso me hace el villano de tu historia, esa misma que escribes con puño y letra, por favor, escríbele un mejor final para los dos. Que no sea un desenlace a medias, que de eso los dos ya tuvimos experiencia. Que no sea tibio, ni a medias tintas, porque ni tú ni yo debemos aguantar un amor a duras penas. No mere

Los mensajes que callé: Fantasía.

Me acaricio buscando tu consuelo, corrompiendo el cielo, profundo, inmenso, y caigo libremente en quejumbrosa oscuridad.   Tus dedos me recorren, las gotas de lluvia no cesan, no paran de correr.   Tengo los sentidos despiertos, palpitantes, y abierta la puerta, sin necesidad de bienvenida, chocando en dulce agonía, me derramo en ti.

Los mensajes que callé: Los sueños que dejaste ir.

Escucharte llorar es otra de las experiencias que no voy a vivir. Será verdad lo que dicen que, con el peso de los años, por más sabiduría y práctica que has ganado, puede que los sueños que te planteaste de niño ya cambiaron. ¿Recuerdas lo que querías ser de niño? Yo soñaba con ser veterinario. Creo que amaba tanto a los perros desamparados y mi corazón no paraba de conmoverse, porque me habría encantado salvarlos a todos y a cada uno de ellos. Imaginé una enorme granja para criarlos y amarlos, pero, luego, abandoné ese sueño y quise ser doctor. A mi papá le encantaba divagar con su fantasía de tener un hijo médico, así que podrán imaginarse su decepción cuando le dije que sería psicólogo. Seguramente predijo mi futuro y solo vio que me moriría de hambre, cual artista o escritor. De todas maneras, fue veterinario, doctor o psicólogo, ocultaba un deseo incontrolable por contar historias, ya fueran reales o inventadas. Quizá un poco de ambas. Especialmente mi historia, pero pare