Vida pasada: Fragmentos.
Que no confíes en la luna, te digo y te lo reclamo, porque está constantemente cambiando, pero no puedes dejar de contemplarla. Me quedé enceguecido de tu mirada brillante e infinita, tan vulnerable que, si la tocas, si tuvieras la suerte de alcanzar podría convertirte en polvo de estrellas. Y no tengo miedo de los cabellos de seda que se van enredando con cada caricia, porque este encuentro nuestro que envenena y me devuelve a la vida, es precisamente lo que buscaba. Me voy deslizando por las curvas, suavizando el precipicio que desemboca en tus labios y cautivando con la piel ardiente que me encadena, liberado el carmesí de tus mejillas como volcán en erupción, y descubro, cuando es de noche, que tú y yo estamos solos anhelando un cuerpo y alma frágil como un huracán.