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Mostrando entradas de octubre, 2023

Los mensajes que callé: Consuelo.

Me habría encantado tener la clave; la palabra precisa, el gesto perfecto. Ese día estaba contento y no podía ocultarlo. Los colores rebosaban por las calles y las hojas estaban parlanchinas, contorneándose ante el resoplido del viento y podría haberme quedado eternamente escuchándolas platicar, dando vueltas, seduciéndome con su conversación, pero tu rostro, el recordar tu presencia me eclipsó la alegría y le dio el paso a la culpa. Sabía que esto se trataba de mí, de un sueño que llevaba albergado en mi corazón, no obstante, tu llegada, el cariño que creció entre los dos, totalmente inesperado, me impedía decidir por mí mismo y no considerar tus sentimientos. Te fallé. Y seguramente tenías pensado que la tarde la pasaríamos como siempre, comiendo chucherías antes de servir la once, riendo con los programas de televisión que compartimos, cuando sabes que me adelanto los capítulos, porque no puedo controlar esa ansiedad de saber lo que va a pasar. Y nos recostábamos sobre el si

Los mensajes que callé: Lo que el viento se llevó.

¿Será una pérdida de tiempo? el esfuerzo y las lágrimas los sentimientos en cada momento todo este cariño que se me desborda, que reniego aceptar, porque sin ti ya nada es lo mismo, un desperdicio total.   Todo transcurre calmado como en cámara lenta y tu lejanía es pura agonía que vivo pensando si pasas hambre o más oscuro del otro lado.   Tu mirada atormentada me despierta por las noches.   Me consuelo pensando que valió la pena, que nuestro infinito es más grande que otros momentos desperdiciados, pero me vuelve la ansiedad sintiéndome distante de tu piel, necesitando de tu fragancia para que me abrace y me diga que nada fue en vano, pero tus palabras se las lleva el viento, tal como tu recuerdo.

Los mensajes que callé: (Tu nombre) En la punta de mi lengua.

Hay un desierto del lado derecho de la cama. Jamás pensé que me pasaría, esta necesidad, extrañar las sábanas revueltas de tu lado y quitándome el abrigo durante la madrugada, esta maldita nostalgia de cobijarme entre tus brazos cuando ya no estás. A veces, cuando la noche está fría y llena de terrores, me cambio al lado vacío y me pongo en posición fetal, tratando de recordar, encaminándome hacia un pequeño viaje al pasado. Y, aunque sé que no es una buena idea andar dando vueltas por mi memoria, porque podría salir herido, otra vez, me repito que debí de haberme perdido en la calle del olvido, esa misma donde tu deambulas cuando la noche yace sin estrellas. Repitiendo este paseo, recorrí un lugar deshabitado, escuchando voces que seguramente vienen desplazándose de tiempos remotos, y quisiera que me guíen a algún lugar donde te pueda encontrar, donde sea, donde quieras que estés, porque tus expresiones las estoy perdiendo de vista, borrándoseme de los pensamientos, aunque supon

Los mensajes que callé: Hasta la raíz.

Las raíces siguen enredándose bajo mis pies, suaves caricias como cosquillas elevándome, haciéndome sentir el palpitar de la tierra expandiéndose dentro de mí.   Las ramas se retuercen, hojas que se marchitan y cambian su color, pero, por más que el tiempo corra como el viento sobre las ondas de tu cabello, la memoria no perdona y los momentos que vivimos nos transforman.

Los mensajes que callé: No tengo palabras que decir.

Sé que es una decisión que nos rompe el corazón, pero, aunque obliguemos a las canciones, los buenos deseos y las plegarias para acompañarnos, no podremos evitar la marcha fúnebre. Podría mentirte y decirte que nunca me había sentido así. Que nunca me habían amado, al desnudo, sin caretas ni dudas, pero hoy no te quiero traicionar. Porque lo nuestro es un amor diferente, ese que brota desde la nobleza, en los intersticios de las sombras, esa misma oscuridad que nos acoge cuando los días se vuelven difíciles, casi imposibles, pero seguimos de pie. Ya no encuentro otra alternativa. Sin embargo, no puedo ser tan pueril y negar que el amor también duele. Y no solo cuando no es correspondido, sino que duele cuando amas tanto, pero no lo puedes expresar. El mundo se vuelve hostil, como si fuera un virus que las defensas deben atacar. Y estás contagiado, apartado, como si fueras el único hombre en el mundo, y yo no quiero estar a salvo de esta enfermedad que compartimos. Me niego pr