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Mostrando entradas de noviembre, 2021

7. Juego de supervivencia

     Qué me preocupa tanto, si no es más que una cáscara y tengo entendido que las cáscaras se rompen. Así que, está dicho y hecho. Todo se rompe y a nadie parece importarle. Entonces, qué más da. Porque, no es la primera vez, pero ¿será la última? Se lo supliqué, entre dientes. El grito sordo sobre su regazo y temí romperme sin más. Pero resistí. Orgulloso dibujaste una sonrisa en mi cara, le disté cuerda a mi cuerpo y pude seguir adelante. Lo necesito. Quise negarlo, pero lo necesito tanto que me duele cada pensamiento que irrumpe en mi cabeza. Con cada paso de vuelta a casa, el recuerdo; la memoria me carcomió desde fuera hacia dentro. Con cada paso, todo vino a mí como olas gigantes sobre la orilla de la playa. Insostenible. Y ¿cómo resistí?, eso es lo que me pregunto. Ya que, como dije, no es más que una cáscara. Se puede romper. Quizá no vuelva a armarse y, entonces, nada será como antes. Cierro los ojos y llega al momento cuando todo se rompe. Siento el sonido quebrá

6. Paradisiaco (Parte II)

     Durante el atardecer, cuando las hojas caían y el viento sopló con fuerza sobre tus cabellos. Cuando las estrellas fueron apareciendo tímidas sobre el firmamento y tus pensamientos se ocultaron, vi el cielo rasgado. De ahí, cada una de las estrellas cayeron rápidamente sobre mis manos y no encontré la salida. Al verme frente al espejo, no sé si lo soñé o fue un invento de lo que podría correr por mis venas, pero todo fue tan lindo. Quiero entregarte mis ojos por un momento y que lo veas todo claramente. O quizá con una mirada de crepúsculo. Quién sabe. Que solo veo lo que crece dentro de mí, o se muere. Porque ya no puedo diferenciarlo. Creo que hay algo vivo, fértil, esperando dentro de mí y queriendo salir sin miedo. Que hace días que es de noche y escucho el aullido de los lobos gritar mi nombre. Dejé mi espacio en el mundo para vivir bajo la oscuridad. Y corrí mil metros, escapando de todo lo que podría haberme hecho daño, hasta que lo encontré. Y no, no fue un espacio,

5. Toma mi corazón (Parte I)

     Ahora, hay dos formas de poder… de permitirme continuar. Y, de alguna manera, quisiera que todo fuera más sencillo. Que mi voz fuese escuchada aún a través de todo el silencio que la sofoca. Porque, aunque no lo crea, también merezco ser escuchado. Pero, ¿qué pasó? Fui omitido. De pronto, el mundo sintió que estaba mejor sin mí y apagó la luz. Pese a que grité, caí, sangré. Me convertí en vela que iluminó la noche y simplemente se apagó. Mientras revivo de mi silencio y sus palabras inconclusas, nuevamente el fuego me escuece los labios y ya no se siente tan decadente. Pero es la manera en que me miras cuando camino al descubierto, con mis nervios y dolor al desnudo. Porque confié en ti, pero disté vuelta la cara. Así que encontré un lugar mejor. Un espacio al que, aparentemente, pertenezco. Perdí mi lugar en el mundo, donde creí que importaba. O eso pensaba. Y supliqué con el alma. Entonces, prendí la mente. Soy un poco más consciente. Conectado con el mundo.  Y dejo que mi

4. Desdeño

     Este corazón me tiene encerrado. Estoy vagando entre cuatro paredes, de lado a lado. Y quiero escapar, salir corriendo, pero inefable sentimiento me acerca al dolor. Lo siento aquí… cobijado bajo el pecho. Punzante. Relampagueante tras los ojos y quiero que esta agonía se desprenda de mí. Punzante en mi corazón. Liberándose poco a poco. Ardor sobre la piel, fluyendo cálido entre mis dedos y palpitando fugaz con cada latido. Punzante dentro de mí, porque lo quiero, lo necesito. Y ya me siento fuera de mí, con una quemada que me escuece los labios y despierta los ojos. Así los abro, suavemente, de par en par. De pronto, siento mis sentidos enloquecidos; distorsionados y atormentados. Quiero salir de aquí, se lo imploro. Salir corriendo puede que sea una salida, aunque me rompa el alma, me tuerza la sonrisa y me destroce el cuerpo. Que caiga por su propio peso. Sentí la culpa flotar sobre mis hombros y oí los pajaritos que cantaron fuera de mi cabeza; soplaron una melodía al

3. Nunca más

     Abrimos la puerta giratoria, con las manos vacías y los ojos bien abiertos. Completamente desnudos. Parados en ambos pies, casi de puntillas, y ya no puedo esperar. Quiero cruzar el límite. Ver lo que hay del otro lado del espejo. La imagen se distorsiona frente a mí y salto al precipicio. El vacío nunca se sintió tan placentero. ¿Crees que tengo miedo? Salto porque soy inmortal. Invencible, quizá. Pero, ¿qué importa? A nadie le importa, ¿o acaso viste mi reflejo del otro lado? Y me pierdo, porque quiero ser encontrado, cubriéndome los ojos para ver mejor, pero todo está oscuro hasta que oigo su nombre. Me acerco al sonido silencioso, adentrándome a lo desconocido. El corazón me palpita fuerte como un tambor, como si todo fuese mejor si estoy del otro lado. Sígueme, porque aquí siento que puedo volar. Me desplazo libremente al vacío y despliego estas alas que no tengo, las que me cortaste. Pero, por favor, no te sientas culpable. Que te he dicho que soy inmortal. Tengo l

2. Capullo

     Cuando niñes el tiempo pasa demasiado lento y se sienten unas ansias inconmensurables por crecer. Que el tiempo pase volando para ser adultos. Entonces, me pregunto: cómo mierda anhelamos un sin sentido. Pero, sin previo aviso ni consentimiento, mientras salimos a pasear, a curiosear por los alrededores cuando nadie se da cuenta, nos encierran en una burbuja. Nos prohíben conocer el mundo y nos aíslan de la realidad. Cómo conocer un mundo que no solo se nos ha prohibido, sino que se escondió. Pero, esa es una pregunta distante, porque, incluso desconocemos cuál es el mundo que hay que conocer. Así que, permanecemos en nuestra burbuja, viendo con los ojos cubiertos, desafiando los cambios del día a día. Simplemente existiendo. Cuando vamos creciendo, dejando atrás el nido y despertando del letargo que parecía eterno, vemos que hay un mundo intenso, como una jungla a la que no pertenecemos. Y yo quise con todas mis fuerzas volver a la burbuja. Quería cubrirme de su manto y perma