Los Mensajes que Callé (LMC): La despedida.

    Te miro de frente, pero, a ratos, se me hace difícil reconocerte.

Cómo puede haber cambiado tanto este amor, de la noche a la mañana, o solo irse sin dejar rastro.

Me preguntas el por qué sigo reclamando, que esta historia se ha acabado, y claro que se ha terminado, si tú mismo la mataste. Me alejaste, asfixiaste todas las ganas y los sueños que hablamos, tendidos sobre tu cama, desnudos y abrazados. Y cuando lo recuerdo, una lágrima se me escapa, marchando resignada por la mejilla, y detesto mostrarme vulnerable frente a ti, otra vez.

A pesar de que me quedo sin aire, suelto un grito ahogado y te digo que desearía no sentir esto que siento, acumulado en el pecho, que me tiene deshecho, pero, al recordar que tuvimos nuestros buenos momentos, simplemente me quiebro.

En medio de tu abrazo y el sollozo amargo que se te escapa, me preguntas de qué manera podrías haberlo hecho mejor, y aunque el cuestionamiento viene un poco demasiado tarde, con el conchito de amor que nos queda, solo te confieso que debimos haber construido un puente y haberlo caminado juntos.

Los dos yacemos derrumbados en el suelo, deshechos, llorando por el cariño que sigue vivo y que se rehúsa a morir. Y ya sé que no hay nada más que decir.

(Solos, nos quedamos en silencio).

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