Cartas pa’ seguir viviendo: La última palabra

     Por qué siento que las palabras se han vuelto en mi contra.

Las veo retorcidas, desgastadas, despidiéndose sin siquiera darme cara. Y como iluso enamorado, sigo esperando que vuelvan a mí, en el alero de la madrugada.

En serio, díganme, ¿acaso he sido yo quien les ha fallado? Empleando como maldición esta tinta que me brota desde lo más profundo del claro-oscuro, y aun así deciden abandonarme. Ya no hay remedio.

Pero, descuiden, voy a estar bien. Con certeza puede que me vaya a levantar. Porque, tal sea el caso, para qué las necesito. Si lo único que provocan con su unión encadenada es provocar un lamento, un aguacero.

Que no las necesito, les digo. Las prefiero bien lejitos de esta alma mía que no aguanta más incertidumbre ni bajezas, porque, pa’ que las quiero si construyen puentes que luego debo quemar. Quizá se fueron, me abandonaron, porque… temo desaparecer con la borradura del olvido. Que les digo que ya no puedo, no aguanto más dolor ni exilio.

Ahora, con esta hilera de letras que voy cosiendo, antes de alcanzar el letargo más amable, qué alivio enhebrar las palabras precisas. Ojalá que esta frase no sea la última que mis labios pronuncien, que mis dedos escriban antes del amanecer.

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