Cartas pa’ seguir viviendo: Estas manos

    Las mismas con las que busco compañía.

Podría ser cualquier parte de su cuerpo que contemplaría sin reparo. Ni una pizca de culpa sentiría, porque es casi como un milagro. Tener siquiera la posibilidad de quedarme maravillado a su lado.

Quisiera ser más astuto. Tal vez coqueto. Y confesarle que lo primero en que perdí mi atención fueron sus ojos. Que al encontrarlo quedé prendido de lo despampanante de su corazón que lo llevaba expuesto a vista y paciencia de todos, sin embargo, la mirada mía se posó justo sobre sus manos que alzó sobre su cabeza, moviéndolas, libre como siempre lo ha sido.

Y consternado me preguntó el por qué. Por un instante pensé en guardármelo, que esto fuese algo íntimo, solo para mí. Pero me prometí que nunca habría ningún secreto entre los dos.

Entonces, tomé sus manos cálidas y vibrantes, las puse sobre mi pecho y sonrió con el palpitar desenfrenado de mis latidos. Cada uno dedicado. Luego, besé las palmas de sus manos y dije que estas manos sujetas con tanta ilusión serían las mismas que iban a palparme el rostro y besarme con desesperación.

Estas manos, que reclamo como mías, son las mismas que voy a sujetar ante las buenas noticias y contra la tempestad. Mi compañía hasta el final.

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