Cartas pa’ seguir viviendo: No reniego
Aunque quisiera, no podría hacerlo.
Cierro los ojos
e imagino, porque, es lo único que nos queda.
Sé que quizá no
es lo mejor, que debo dar vuelta la página, pese a que esta historia no podría
considerarse como tal, solo fue un microcuento. Pero, vuelvo a cerrar los ojos,
imaginando un mejor final.
Entonces,
inmerso en la fantasía, yacemos recostados sobre la cama. Las cortinas
danzarían, dando girones, mientras el viento sopla sobre nuestros cuerpos
desnudos y nos invita a acurrucarnos. Que los centímetros ya no puedan separarnos
la piel que anhela ser tocada, aunque solo sea dentro de un ensueño.
De pronto, tu
cabeza gira y tu rostro luminoso posaría su mirada frente a mis ojos, y
descubro como hilos de luz van aclarando, suavizando esa sonrisa que me
dedicas, como si te hubiese contado el más gracioso de los chistes. Pero es
rico estar solo recostados, cuando el mundo sigue cayendo, te siento junto a
mí.
Entonces, no
reniego. Aunque lo intente, simplemente no puedo.
Tu imagen me
sigue donde quiera que vaya, frente al espejo, en el instante exacto que los
rayos de luz se cuelan desde la ventana, entre las cortinas, esbozo una sonrisa
y los pensamientos nuevamente me inundan de ti.
Y no importa
las veces que lo niegue, porque, si es cuestión de confesar, también quería
quedarme contigo. Tumbado a tu lado, por siempre.
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