2. Capullo
Cuando niñes el tiempo pasa demasiado lento y se sienten unas ansias inconmensurables por crecer. Que el tiempo pase volando para ser adultos. Entonces, me pregunto: cómo mierda anhelamos un sin sentido. Pero, sin previo aviso ni consentimiento, mientras salimos a pasear, a curiosear por los alrededores cuando nadie se da cuenta, nos encierran en una burbuja. Nos prohíben conocer el mundo y nos aíslan de la realidad.
Cómo conocer un mundo que no solo se nos ha
prohibido, sino que se escondió. Pero, esa es una pregunta distante, porque,
incluso desconocemos cuál es el mundo que hay que conocer. Así que,
permanecemos en nuestra burbuja, viendo con los ojos cubiertos, desafiando los
cambios del día a día. Simplemente existiendo.
Cuando vamos creciendo, dejando atrás el nido y
despertando del letargo que parecía eterno, vemos que hay un mundo intenso,
como una jungla a la que no pertenecemos. Y yo quise con todas mis fuerzas
volver a la burbuja. Quería cubrirme de su manto y permanecer dormido, en un
sueño perpetuo. Aun así, me levanté una mañana. Di el primer paso; pensé y
luego existí. Ya era adolescente.
Me di cuenta que el mundo era cruel. También me
percaté que ninguna mano me sujetó cuando entré con los ojos cerrados a la
oscuridad. Qué mierda.
Ahora que tengo los ojos abiertos y con más ganas
quiero cerrarlos.
Dónde se ha ido el tiempo. Mis sueños; las ganas de
ser doctor, veterinario o bombero. Y me quedo con estas ansias de estar
cubierto de engaños y mentiras. Pero, qué ganas de despertar del sueño, abrir
los ojos y volar junto a Peter pan al país de “Nunca jamás”. Ser otro de les
niñes perdidos. Aunque sienta que ya perdido estoy.
Mientras las manecillas del reloj sigan avanzando,
voy ganando más altura. Algunos piensan que es sabiduría, pero, en verdad, es
más desilusión. Porque, qué fue de ese país que se nos prometió que seríamos
libres. Dime… ¿qué pasó, Peter? ¿Acaso también nos engañaste para seguir tus
ideales? ¡Patrañas!
Ya dejando las ilusiones y burbujas, sigo caminando
un sendero enigmático que me cubre y, a la vez, me rompe el corazón. Pero me
voy dando cuenta que la piel se vuelve más dura, como un sentimiento de
inmortalidad.
Me siento invencible.
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