8. No estoy perdido

    Sé lo que ves cuando paso frente a ti. Ves que una figura va moviéndose lentamente frente a tus narices y, pese a que todo vacila en cámara lenta, dejas pasar la oportunidad de quebrar la intimidad.

Seguramente piensas: “heme aquí, en un día normal, cuando el sol golpea con fuerza y determinación y, cerca de mí, una sombra se ha posado sobre la faz de la tierra”.

¿Sabes qué? Quiero ir más allá de ser observado por una manada de hienas, riendo a mis espaldas. Qué paranoia, ¿no?

Estando de lado a lado, codo a codo, varios pensamientos vienen a mi mente. Quisiera darme la media vuelta y decirte al oído, tan despacio, tan bajito, que ha habido mejores días, porque, aunque aquel día de mayo amaneció con más claridad, sigue siendo más oscuro que el anterior. Entonces, me armo de valor y me pregunto si vendrán días mejores.

En medio del silencio, mientras la luz del día viaja violentamente sobre nuestra piel, mueves las manos desinteresadas por tu cuerpo y te acercas un poquito más a mi metro cuadrado.

Quizá te diste cuenta que estoy más cerca de ti, así que me siento compacto. Arrinconado. Doy vuelta la cara, contemplando las pecas que hay en tu rostro y siento el confort de algo familiar. Todo se siente tan tranquilo en ese espacio que compartimos por primera vez. Y parece que logras percatarte, porque tus mejillas se sonrojan y el tiempo que se había detenido por un segundo continúa su curso, dejándonos atrás.

Me quedé varado, contemplativo, respirando fuerte. Inhalo y siento cómo mis pulmones se van llenando de vida, de la que he renegado por años. El oxígeno acaricia entero mi interior y se siente suplicando la posibilidad de seguir adelante. ¿Será posible? Y quiero preguntártelo. A viva voz. Quiero decirte que necesito ayuda, cuando mis ojos te gritan. Te piden clemencia, llenos de inocencia. Pero el tiempo te ha llevado lejos, como polvo esparcido al viento, y te despido con la última exhalación antes de partir. De continuar.

Ya sé lo que piensas cuando me ves pasar frente a ti. Y no, no fue difícil descifrarlo, si tan solo supieras que existo. Porque soy un desconocido, apartado de este mundo. Si supieras que existo… que no estoy perdido, solo vagando.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los mensajes que callé: La distancia entre tú y yo.

Los Mensajes que Callé (LMC): La despedida.

Los mensajes que callé: Síndrome del corazón roto.