Mi amor y yo: 1.05 Primaveral (Parte II)
Aunque la madrugada calmó el frío viento del norte, una tormenta estaba descontrolándose dentro de mi corazón.
Mientras
corría colina arriba, me sentí frágil como hoja otoñal dando su último aliento
de vida. Y a medida que me fui acercando a mi destino, levanté los brazos sintiendo
que te llevaba mi corazón entre las mangas.
Ya
fuera de tu puerta, las flores que cargaba empuñadas y que elegí con tanta
delicadeza yacían mojadas y deshojadas. Sin embargo, respiré suavemente, hasta
que tu puerta se abrió de par en par, y ahí estabas, descalzo y con las mechas
alborotadas.
De
pronto, me di cuenta que una chispa de emoción prendió tus ojos y me permitió
verte a través de toda la maleza. Pensé que, si la oscuridad trataba de cegar
nuestro encuentro, solamente bastó acercarnos en medio del camino. Y sin más
preámbulo, una corriente eléctrica se paseó por cada rincón de mi cuerpo. Cada
centímetro de mi cuerpo cayó desvanecido en tus brazos, brindando el momento
perfecto para que nuestros labios se juntaran con total libertad.
Cuando
el sentimiento es mutuo, te me quedas mirando y acercas tu rostro hacia mí, tus
manos y las mías se reúnen y siento como un millón de globos explotan dentro de
mí.
Con
solo probar el dulce de tus labios suaves supe que me volvería adicto.
Una
vez que nuestra piel cedió su amarre, nuestros cuerpos se despidieron con un
abrazo apretado y un beso, dos besos, muchos besos. Como augurio de solsticio
de primavera, el sol salió de su escondite y le dio la bienvenida a una nueva
temporada. Y solo se me ocurre florecer.
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