Mi amor y yo: 1.06 El amanecer (te siento acá)

    En tierra de nadie, el río del tiempo siempre va hacia atrás, y aunque suelo seguirlo, ahora prefiero nadar contra la corriente.

Abrí los ojos y me vi cayendo desde un precipicio. Parecía que el abismo jamás encontraría su fin, pero la pesadilla volvía a reiniciarse. Por más que trataba de capturar los momentos, las imágenes mentales que me permitiesen volar con el viento del norte, fue tan difícil atraparlo con los brazos abiertos.

De pronto, el roce de las ramas susurraron su nombre y el río se detuvo solo por unos segundos, pero fue suficiente para caer entre los pétalos que me harían despertar del letargo.

A veces tengo miedo de lo que mis ojos pueden asombrarse, de los secretos que se esconden en sus cabellos.

Comencé a seguir el susurro y me sumergí en la profundidad de los tulipanes danzantes. Y quise quedarme para descubrir las maravillas ancestrales. Aun así, la voz me quebranta y se torna hipnotizante. Renazco flotando, porque me atraes a lo desconocido.

Cuando el río siguió su curso, también me cambió. Consigo arrastró a la orilla cartas en una botella.

Quise arrancarme todos y cada uno de estos sentimientos esclavos fuera de mi pecho. Rompí el cascaron y dejé que fluyeran a través de mí como luz de luna plateada que se oculta tras tus ojos.

Parece como si el mar al encontrarse, al arrastrarse, con la orilla la estuviera besando. Es inevitable. Y ya no puedo contenerlo, ya no quiero detener el frágil vuelo de las aves. Porque es natural que el sol se desparrame sobre la mañana, tal como este palpitar que se enciende por ti.

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