Los mensajes que callé: Para alguien que ya no eres.
Hoy vi tu rostro en las noticias. No era la misma cara que
recordaba de antaño, con tus mejillas sonrosadas y el cabello tieso y grueso,
pero tus ojos seguían brindando esa mirada de autosuficiencia. Tal vez era
cobardía. Y, aunque quise esquivarla, me siguió apareciendo en los periódicos y
en cada rincón, sin saber lo que me quería mostrar.
Sé que es una
estupidez el solo hecho de preguntármelo, pero ¿a dónde se fue ese chico
inocente?, ese amigo con quien jugaba cartas pokemon, planeaba las burlas y
jugarretas a nuestros compañeros del colegio y con quien nos jurábamos fraternidad
eterna, toda una vida de amistad sincera que se derrumbó con tu traición.
Y qué diría ese
pequeño ahora, sabiendo que te declararon culpable en las noticias, ¿lo
creería?
Te confieso que
no dudé de tu culpabilidad, y si con ello estoy manchando nuestra lealtad, prefiero
devolverte la mano y traicionarte a llorar tu caída en desgracia, porque el
daño ya está hecho, el dolor que has causado es irremediable. No se pueden
deshacer las dagas que clavaste contra inocentes palomitas que torturaste sin
darles siquiera la oportunidad de volar, a un mejor lugar. Ni siquiera te
tembló la mano. Y espero que quede por siempre en tu consciencia, si es que te
queda, marcada a fuego lento, la estela de desgracia que tu mera existencia arrastró.
Que no habrá
perdón ni olvido, maldito amigo.
En las noticias
siguen repitiendo las atrocidades que un hombre como tú pudo perpetrar, y la
imagen de ese niño… inocente, amigo de sus amigos, amante del inglés y de las
baladas románticas se ha ido, y solo nos quedó el monstruo en el que te has
convertido.
Solo queda
esperar que el castigo sea severo, que la justicia se manifieste para quienes
el trauma está presente y solo pedir un mejor porvenir, y para que el abuso no
sea pan de cada día.
Nunca más.
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