Los mensajes que callé: Querido Nicolás.

Dónde estás

otra vez te has esfumado,

pero te llevo aquí

dentro

en los pensamientos,

cada día

en los recuerdos,

los momentos que vivimos,

y que no me puedo arrancar.

 

¿Será alguna vez suficiente el perdón?

 

Tu puño es de hierro, pero

tu mirada tierna me invita a pasar.

 

Querido Nicolás,

hay tanto que quiero decirte

más el tiempo se nos ha acabado,

pero puedo robar

un poco

al destino

y volver

a la compañía de tu abrazo.

 

Se gentil,

aún no sé cómo amar.

 

Al anochecer

te prenderé una velita

y me cobijaré

con nuestras mejores historias;

jugarretas,

risotadas

y promesas

de fraternidad,

al amor no correspondido que vive en mí.

 

Te espero aquí.

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