Los mensajes que callé: Inviernista incurable.
No gustaba del frío
calando sus huesos
lo resentía,
ay, soledad del alma mía
se decía,
con las manos tiritando
y la piel de gallina.
Que el chaleco le pica
la bufanda está deshilachada
y torcida,
no hay como el sol en verano
y de preferencia
la piel descubierta.
Y baja la temperatura
añorando
los colores vivos,
el bronceado y el oleaje,
y su loco amor de verano,
¿será el mismo al sol de invierno?
Pero sigue helado
y su abrazo empeña,
su piel como abrigo perfecto
que ya le agarró el gustito
a disfrutar de la compañía
en este crudo invierno.
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