Los mensajes que callé: A la mañana siguiente.
las sábanas que cubren
y con la ilusión a cuestas,
cuando el amanecer se descubre
embelesado
de tus cabellos ondulados
que quisiera seguir acariciando,
será nuestra propuesta pendiente.
¿Qué más tendría que pasar
para alcanzar tu paraíso terrenal?
Te pido, otra vez
que vuelvas a la cama
que me regocijes
con tus movimientos que me embriagan,
desesperado por besarte
cada una de las constelaciones de la piel
hasta que el atardecer acabe
en agonía, cariño
del alma mía.
Sin mí…
no quiero que te vayas.
Si abro los ojos
tu rostro amanece
en mi mente,
si cierro los ojos
solo imploro
que tus latidos siempre me encuentren.
Entonces, sígueme
déjame coger tu mano
hasta perdernos
en este encuentro
de gotas que recorren
nuestros cuerpos
entrelazados,
descubiertos,
desnudando el alma
y ardiendo con cada beso.
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