Silver wolf... bitácora del capitán.
Un chirrido de la máquina le hizo despertar de su profundo sueño,
sintiendo el calambre de sus brazos que no podían despegarse el uno del otro,
también resintiendo un leve dolor de cabeza y cuestionándose cómo es que sentía
dolor alguno si había tomado una siesta para descansar un rato la mente. Sin
embargo, cuando fue más consciente de sí mismo, aunque no pudiera recordar del
todo el sueño que iba dejando atrás a cada segundo, con sus dedos huesudos
acarició delicadamente su mejilla, tocándola como si fuera de porcelana, y con
extrañeza percibió una helada que le hizo sentir escalofrío.
Al comprender el tiempo que transcurrió cuando divisó la hora en la
pantalla, rápidamente se incorporó y posó todo su peso sobre la silla, desperezándose;
estirando sus brazos y disimulando el bostezo con todos sus esfuerzos,
procurando que nadie de la tripulación se diera cuenta que, mientras se
esforzaban por regular las nuevas coordenadas y planear el siguiente salto, él simplemente
perdía el tiempo.
Pero, ya despabilado y listo para continuar con su tarea, no podía
dejar de sentir una angustia que le oprimía le pecho.
¿Acaso fue una pesadilla?, se preguntó a sí mismo, tratando de
recordar algún atisbo de ello, aun así, lo único que podía rememorar fue el
frío que se cobijó sobre su mejilla y un profundo vacío que se expandió por
todo su cuerpo, por lo que decidió perder otro poco de tiempo vaciando sus
pensamientos en la bitácora espacial antes de continuar con sus deberes.
Entrada Nº XX11B, destino desconocido
2XX9.
Hemos estado
deambulando… por días, tal vez semanas, probablemente cerca de la galaxia
Eleven. A veces varados, avanzando en modo automático, o en otras oportunidades
rondando en círculos. Y aunque ya han pasado días sin saber sobre nuestro paradero,
mucho menos sobre nuestro posterior destino… incierto.
Todavía no sé cómo decirle a la tripulación que no llegaremos a tiempo
para celebrar las festividades en casa.
¿Será que a alguno le importe realmente? Tal vez a todos, menos a Charlie.
Claramente a un humanoide no le importaría nada sobre las festividades. Aun
así, no quiero decepcionarlos, otra vez. A él ni a nadie.
Aun no entiendo cómo fue posible que nos perdiéramos.
Sinceramente, debo ser el capitán más idiota del mundo (signos de
exclamación). Y es que, honestamente, en qué estaba pensando cuando me embarqué
en esta especie de “aventura” y arriesgué la vida de todos en la nave.
Silver Wolf… mi nave, mi tripulación no merece un piloto tan incompetente.
Parece que, después de todo, papá tenía razón. Soy un completo y
absoluto fracaso.
-Fin del
comunicado-.
Obviamente,
Logan no era el mejor cuando de direcciones se trataba. ¿Pilotear la nave? Totalmente,
uno de los mejores, pero ¿calcular y establecer latitud y profundidad de los
saltos a través del espacio? Definitivamente no. Y es por ello que tenía a
Charlie para ayudarlo a calcular y establecer las coordenadas necesarias, y con
una precisión implacable.
Puede que Logan sea un piloto prodigio, demasiado talentoso, incluso
el mejor de su clase en la academia, sin embargo, últimamente, perderse en el
espacio se había vuelto su especialidad.
-Señor, permiso para hablar, señor. – Solicitó sigilosamente Yeon,
el segundo al mando, casi susurrándole para no interrumpir sus cavilaciones.
-Yeon, por favor, no es necesario que me llames “señor”, ¿de
acuerdo? Me aventajas como por tres años. Además, eres mi amigo y compañero de
práctica, ¿recuerdas? – Logan le señaló con una sonrisa y volvió a dirigir su
mirada al control de mando, preguntándole: -Dime, ¿qué es lo que necesitas?
-En la pantalla, si es que puede dirigir su mirada a la parte
superior izquierda, señ… - Carraspeó su garganta para proyectar su voz y continuó.
-… hay tierra firme para que podamos aterrizar, recargar baterías… energías de
la nave. – Concluyó, percibiendo sus mejillas sonrosadas y evitando hacer
contacto visual con Charlie.
-¿Y qué hay de la atmosfera, el ambiente de la locación? No podemos
cometer el mismo error que en el planeta X300…
-Junto a Charlie hicimos un análisis sobre el ambiente y, pese a
que presenta un clima complejo y casi peligroso para nuestra subsistencia,
podremos hacerlo con el dispositivo de oxígeno. – Señaló Sky meneando su melena
rosa chicle, incorporándose a la conversación y guiñándole un ojo a Charlie,
quien claramente no comprendía la expresión.
-Muy bien, equipo, ya escucharon a Yeon y Sky. Entonces, ¡manos a
la obra! Primero, Charlie, ¿podrías encargarte de establecer las coordenadas? Ya
sabes, medir la longitud del salto, y en cuanto a mí… supervisaré. – Dijo Logan
dirigiendo la mirada a cada integrante del equipo, manifestando una falsa seguridad,
y volviéndose hacia Charlie.
En lo profundo de su ser, Logan trataba en cada ocasión de mantener
una postura firme y alzando la voz para demostrar una autoridad que sentía no
representaba, ya que, aunque no lo quisiera, algunos de los tripulantes le
doblaban la edad, recordando continuamente que era el tripulante más joven, solo
un infante, y seguramente uno de los capitanes más inexpertos que dirigían una
tripulación. Por lo que hacía lo imposible para que cada integrante pudiera
tenerle un poco de fe y, si fuera posible, sentirse seguro bajo su mando. Pero,
francamente, siendo un crio de 14 años, además, perdido en el espacio, qué más
se le podía pedir.
Y sintió la presión; las expectativas, la esperanza de su admirable
y paciente tripulación para guiarlos a casa, no obstante, revisando con Charlie
la proximidad y carga que contenía la maquinaria, también calculando la
capacidad de la nave y los suplementos, la sola acción de dirigirlos a tierra
firme parecía una tarea titánica, imposible de realizar, y ni hablar de volver
a casa. Pero debía intentarlo.
Pese a que habían pasado poco menos de un año deambulando por
galaxias y sus rincones más recónditos, Logan confiaba plenamente no solo en su
habilidad para pilotear y en cada uno de los integrantes de su equipo, sino en
su nave Lobo plateado que lo acompañaba desde el inicio.
Quizá no se trataba de la nave más sofisticada ni mucho menos la
más veloz o con la tecnología más avanzada, pero había logrado sortear un
montón de desafíos y experimentar un montón de aventuras, por lo que su nave ya
era una extensión de él mismo.
De un gris plateado cromático, la nave Lobo plateado era una restauración
trabajada por los mejores mecánicos de la ciudadela. Su armazón fortificado, al
igual que el timón y frenos, ala delta y las escotillas de acceso y seguridad.
También contenía un motor principal de última generación, quizá una de sus
partes más avanzadas, al igual que sus propulsores. Aunque lo que Logan más
destacaba de la nave era su cabina, ya que contenía un enorme ventanal de punta
a punta que le permitía contemplar el espacio en todo su esplendor, sin duda, lo
que lo motivó a pilotear y comandar viajes intergalácticos.
Y mientras la tripulación preparaba el salto a través del agujero
de gusano, Logan se encerró por un instante en el cuarto azul, denominado de
esa manera por Charlie, ya que, cuando alguien ingresaba para hacer un “tiempo
fuera”, generalmente se utilizaba para meditar, descansar o simplemente estar a
solas.
Dentro del cuarto, lo único que se podía encontrar era una silla
mecedora, un estante con algunos libros viejos y olvidados, cajas y cajas con
souvenirs y artefactos de otros planetas, alguno que otro material audiovisual
de épocas pasadas y un rinconcito del cuarto totalmente vacío, lo que Charlie
siempre recalcaba que estaba diseñado para estimular la imaginación. Y todo
ello bajo una pacífica y tenue luz azul pálido.
En el último tiempo, como Logan la frecuentaba casi todos los días,
se percató que prácticamente la volvió su habitación.
Podía pasar horas encerrado en el cuarto azul, escribiendo entradas
eternas para la bitácora del capitán, divagando, echando una lloradita de vez
en cuando y luego volviendo al quehacer habitual de mantener la nave y su
tripulación a salvo. De hecho, la utilizaba para cualquier actividad, menos
para la que realmente fue diseñada: meditar y relajarse.
Y nuevamente, al interior del cuarto azul, Logan se desparramó
sobre la silla mecedora y, casi por inercia, abrió uno de los cajones del
escritorio para ver una fotografía de él y su familia.
No recordaba el contexto con exactitud, pero supuso que se trataba
de otra de las celebraciones o eventos que su padre y familia patrocinaban en
la ciudadela. También, como un acto reflejo, puso su mirada sobre el calendario
que se proyectaba en uno de los monitores y se dio cuenta que ya era 24 de
diciembre, la víspera de navidad.
De pronto, un montón de recuerdos fueron llenando su mente como
flashbacks de una guerra; campanitas tintineando, la explosión del árbol
artificial y el frío sobre su mejilla, hasta que fue interrumpido por la voz metálica
de Charlie.
-Capitán Logan, tiene que ver esto. – Dijo Charlie con premura y
escoltando a Logan de vuelta a la sala de control.
Dentro del gran salón de mando, en la cual innumerables pantallas
se desplegaron frente a los ojos de la tripulación, al igual que teclados
transparentes sobre un extenso tablero, se proyectaron al horizonte infinito un
montón de cuerpos celestes y constelaciones interminables, sin tener ninguna
certeza de la bastedad del espacio.
Yeon, quien volvió a realizar un análisis sobre el clima del
planeta que estaban a punto de visitar, hizo un hallazgo sobre los datos ya
confirmados, exponiendo una nueva estrategia para aterrizar. No obstante, no
contaban con la inesperada y terrible ventisca que rodeaba la atmosfera, justo
en la cuadrante XYX.
-Capitán Logan, analizando la fuerza de la ventisca, los factores
asociados a la presión y los obstáculos que significaran para la visión de
nuestra nave, además, considerando la orientación de la misma, existe una alta
probabilidad de ser azotados por la ventisca y morir. ¿Qué haremos?
-Lo mismo que hacemos todas las noches, Pinky, tratar de…
-¿… Conquistar el mundo, señor? – Replicó Charlie dubitativo.
-Finalmente le estás agarrando el ritmo, ¿eh? Y ya te he dicho que
no me digas “señor”, señorito, ni nada de eso, ¿sí?
-Creo que me perdí en alguna parte de esta conversación. – Dijo
Yeon confundido, al igual que Sky y el resto de la tripulación.
-Es que, el otro día, entre los quehaceres y la rutina, descubrimos
con Charlie un dispositivo que reproduce… cómo es que se les llama, Charlie…
-Series y caricaturas, capitán Logan. – Y antes que Logan pudiera
poner reparo a la respuesta de Charlie, éste se adelantó y replicó: –No me
indicó que no le tratara de capitán, señorito Logan.
-Y mientras dedujimos las nuevas coordenadas, nos quedamos absortos
en una caricatura de dos ratas que inventan un montón de planes ridículos para tratar
de conquistar el mundo. Lo sé, es absurdo. Lo siento, prosigamos, por favor. –
Concluyó Logan, sintiendo un calorcito en sus mejillas y ajustándose la
chaqueta con aire de superioridad.
Cuando Charlie entregaba las malas noticias frente a la
tripulación, lo único que le quedaba a Logan era levantar la frente, lucir una
valiente sonrisa y nuevamente alzar la voz con la mayor seguridad posible, un
acto que seguramente aprendió en las presentaciones que tenía que ejecutar
frente a su padre.
Entretanto, todos se mantuvieron atentos, por poco y aguantándose
la respiración, mientras que Logan les explicaba que aterrizar era la única
posibilidad para que se pudiera recargar energías y darle mayor fuerza a la
nave para otro salto. También de tener la posibilidad de descansar y obtener
provisiones para lo que restaba del viaje. Y cuando percibió que el ánimo de
los tripulantes decayó ante la probabilidad de ser azotados y morir, Logan les
recordó que no podían olvidar que habían superado peores probabilidades, por lo
que, vocifero: ¡Ánimo!, a todo pulmón, y concluyó preguntándoles: ¡¿Quién está
conmigo?!
Ante la falta de entusiasmo y a las pocas y dubitativas respuestas de
su equipo, Logan se dispuso en el centro del tablero, observando ante el
ventanal lo inmenso y oscuro del espacio, luego para hacer cosplay de un
capitán que sabía liderar la tripulación de una nave espacial perdida en el
espacio.
-A la cuenta de tres; activamos los impulsores y re activamos el
campo de defensa. En tres, dos, y… uno. ¡Ya! – Grito Logan con su frente y voz
en alto, a medida que la nave se estremecía con la turbulencia de la ventisca.
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