Silver wolf... contra la nevada.
Aunque demostró
seguridad frente a sus compañeros, incluso cierta altanería, en lo más profundo
de su interior, Logan pensó que, si la nave no aguantaba y morían en el nevazón
que no les daba tregua, definitivamente sería una excelente anécdota para
incluir en su bitácora.
Mientras que sus pensamientos seguían convergiendo en su mente,
Logan hizo un total y absoluto despliegue de su talento frente al volante,
utilizando cada una de sus habilidades para sortear a través del manto blanco
que no dejaba de precipitar. Y aunque le tomó desprevenido, se acordó de la
angustia que sintió cuando cogió por vez primera el volante de su nave, un
recuerdo que lo tomó desprevenido.
Recordó que, la primera vez que osó a tomar el volante del lobo
plateado, las manos le tiritaban, y no solo por la ansiedad que le provocaba el
inminente impulsivo que estaba a punto de proceder, sino por la rabia que
sentía, más bien, la colera que le atormentaba el pecho y quiso apretar todos
los impulsores de la nave para salir volando de la ciudadela, del mundo. Del
universo. Deseando perderse en el infinito.
Finalmente, su deseo se le hizo realidad.
Mil pensamientos giraron en su mente, al igual que en aquella lucha
implacable contra el nevazón, pero, al igual como les dijo a sus tripulantes,
peores probabilidades habían superado; lluvia de asteroides, persecuciones en
la oscuridad, enfrentamiento contra gigantes, salto tras salto a través de los
agujeros de gusano. En fin. Vivieron una serie de eventos casi desafortunados,
pero, de alguna u otra manera, lograron vencer las peores probabilidades y
siguieron victoriosos para vivir un día más.
¿Sería este su final?
Y pese a que no quería preguntárselo, escuchando la voz de Sky que
le reclamaba que era un idiota pesimista, sabía que, aunque no lo quisiera,
todo recaía en sus capacidades y en su intuición. Pero ¿era así realmente?
¿Debía ser responsable de tras cada acierto y error?
Logan tomó el volante con firmeza, sintiendo el nerviosismo de la
turbulencia, un nerviosismo que jamás lo abandonaría, ni siendo uno de los
capitanes más capacitados y conmemorados, sería una sensación que lo
acompañaría hasta el final de sus días. Y cerró los ojos y respiró profundo,
tal cual como le decía el maestro cuando sentía que la frustración estaba a
punto de estallar, luego abrió los ojos y vio que los copos cristalinos y
gigantes golpeteaban fuertemente contra el ventanal que nublaba su visión, pero
se dijo a sí mismo que no se dejaría amedrentar por el nevazón, así que le
gritó a Yeon que pudiera encargarse del mecanismo defensivo de la nave.
En el instante en que se escuchó pidiéndole a Yeon su apoyo, la voz
de su padre se impuso y se sintió pequeñito, como cuando éste le regañaba, pero
sacudió rápidamente la cabeza como si pudiera alejar aquellos pensamientos,
expulsarlos, e inesperadamente sonrió cuando vio que Yeon estaba tan
sorprendido como él, haciéndole una seña de afirmación para que se hiciera
cargo, mientras que le pedía a Charlie que pudiera asistirlo para crear un
curso, una ruta para evitar el azote del nevazón.
Con el nevazón golpeándolos con toda la fuerza imaginable, la
visión totalmente eclipsada y la presión del ambiente, Yeon hizo un excelente
uso de los mecanismos defensivos y, aunque tomó decisiones precipitadas que
Logan no habría aprobado, pero efectivas para esquivar la nevada, poco a poco se
fue divisando tierra firme.
En cuanto a Logan y Charlie, ambos trabajaron incansablemente para
esquivar las vías en las cuales los copos de nieve y la ventisca arrastraban la
nave, analizando y eligiendo la ruta predilecta para mantener a los tripulantes
con vida, contra todo pronóstico.
-Tripulación, prepárense para un aterrizaje forzoso. Ya casi…
llegamos… - Señaló el joven capitán con una sonrisa genuina y usando toda su
fuerza para mantener la estabilidad del volante.
No obstante, casi cantando victoria y pensando que ya se
encontraban fuera de peligro, pese a todos los esfuerzos de Logan y la
tripulación, justo a un par de metros antes de llegar a tierra, la ventisca
azotó con mayor fuerza, de forma brutal, provocando que la nave se estrellara
contra una columna de nieve y rocas gigantescas, causando la desestabilización
completa del lobo plateado, en que algunos tripulantes salieron volaron y la
nave se apagó por completo.
En medio de la penumbra, escuchando el silencio ensordecedor, Logan
se preguntó si así se sentía morir, pero sus latidos le demostraron lo
equivocado que estaba, abriendo sus ojos de golpe.
Después de contrariarse con su deseo de muerte y sintiendo sus
palpitaciones cada vez más lentas, hasta apaciguar su ritmo, el niño percibió
un cuerpo frío, como metálico, recostado a su lado, sin embargo, se dio cuenta
que se trataba del humanoide, tomándose su mano de inteligencia artificial y le
preguntó si estaba bien. Y pese a que Charlie no comprendía aquellas preguntas,
si no padecía de ningún error en su funcionamiento o falla que reparar en su
sistema, Logan le había enseñado que podía responder “bien” sin más,
respondiéndole como un acto reflejo para el alivio del capitán.
Y, aunque todo permanecía en un silencio sepulcral, en lo que temía
lo peor, algunas voces quejumbrosas lo hicieron pensar que, quizá, todo estaría
bien.
Minutos más tarde, levantándose con mucho esfuerzo y, por supuesto,
con el apoyo de Charlie, el joven capitán vislumbró la sutil luz que se emitía
de las luces de emergencia, en lo que activó las pantallas y accedió a realizar
el control de daños.
Mientras Logan dilucidaba los cortes de la maquinaría, algunas
pantallas quebradas, el desorden ante el cataclismo al que lograron sobrevivir,
también se dio cuenta que, para haber sido azotados con tal magnitud por el
nevazón, pudo haber sido catastrófico. Incluso fatal.
-¿Hay alguien que esté herido? – Consultó Logan con sus nervios de
acero, parándose adolorido y resintiendo algunos rasmillones en su piel, sin
tener ninguna certeza sobre la condición de su tripulación, prosiguió: -Sky,
por favor, ¿podrías ayudarme a contabilizar a todos?
Como Logan pensaba, pudo haber sido fatal, sin embargo, algunos de
los tripulantes solo se sentían mareados, mientras que otros yacían temerosos
por el ruido que se emitía dentro o quizá fuera de la nave, pero nadie lograba
captarlo a ciencia cierta.
La ventisca azuzó la nevada que no dejó de precipitar.
Y entretanto Sky terminaba de contabilizar al resto de tripulantes,
mostrándose un poco adolorido tras haberse golpeado contra uno de los tableros
de mando, Charlie, sin ningún daño a simple vista, revisó y determinó los daños
internos de la nave, estableciendo conjeturas para resolver los mecanismos que
seguramente dejaron de funcionar.
-Bueno, como siempre digo, definitivamente puede ser peor, ¿no? –
Dijo Logan con una sonrisa nerviosa, recorriendo el centro de mando y dando
ánimos, también solicitando a la encargada de mecánica que pudiera reparar el
ala que lucía evidentemente dañada.
Entretanto Logan ejecutaba sus labores de capitán; opinando, dando
órdenes y animando a la tripulación que estaba preocupada por la catástrofe que
acababa de ocurrir, Sky, Charlie y Yeon orbitaron en rededor del niño, luciendo
ansiosos y tratando de ocuparse sobre algo que pudiera requerir de su apoyo. Y
si bien no habría nada que pudiera aliviar el temor que todos sintieron al ver
su vida pasar frente a sus ojos, Logan aprovechó de solicitar en secreto al encargado
de la cocina para que pudiera preparar algún tipo de menú navideño, quien,
primeramente, se sorprendió ante tal solicitud, todavía recuperándose del shock
de haber sido azotados a su muerte, pero asintió con los ojos cerrados, por,
francamente, quién podía decirle que no al capitán. A su vez, dicha conversación
fue escuchada por Sky y Yeon, quienes se sintieron conmovidos ante las
verdaderas motivaciones de Logan, dándose que su propósito para aterrizar se
basaba no solo en recargar energías y descansar, sino que celebrar las
festividades. Pese a que casi ocasionara su muerte inminente.
-Ok, entonces… debemos salir a explorar y buscar toda la ayuda
posible, ¿sí? Necesitamos de provisiones, gemas, materiales, lo que sea de
ayuda. Gente, sean imaginativos. – Exclamó el joven capitán con cierta
urgencia, también indicándole instrucciones especiales a Sky y Yeon.
Los tripulantes absorbieron las instrucciones de un capitán que no
disminuía en su ánimo, quien sentenció que iba a salir a explorar junto a dos de
sus centinelas más confiables. Bueno, pensándolo mejor, la verdad es que eran
los únicos presentes en su tripulación, pero no por eso menos cercanos y
confiables. Y en cuanto a Charlie, considerando que Yeon y Sky se quedarían a
cargo de las reparaciones de la nave y de mantener la seguridad del resto de la
tripulación, entonces el humanoide podía acompañarlo.
De buenas a primeras, Yeon reflexionó sobre la aventura que
significaría el salir a explorar aquel planeta desconocido y ni siquiera pudo imaginar
lo que podrían encontrar o, mejor aún, los desafíos que tendrían que enfrentar
fuera de la nave. Así que, sin tiempo que perder, quiso oponerse y solicitar su
integración al equipo de exploradores, pero, antes de siquiera abrir su boca y
decir alguna palabra, se vio a sí mismo disfrutando del poder y la autoridad
que el capitán le concedía, en lo que Sky protestó sin obtener resultado
favorable.
Antes de salir al mundo exterior, Logan grabó en su mente cada uno
de los daños que sufrió su nave; algunas pantallas trizadas, fusibles que explotaban
de vez en vez, cables esparcidos por el centro de mando, sin embargo, lo que
más le dolía era saber que les generó temor a sus tripulantes, personas que
constantemente se mostraban abnegadas y esperanzadas en que su capitán los
llevaría a buen puerto. Y, con todo su corazón, esperaba cumplir dicha
expectativa.
Entonces, luego de ponerse los trajes especiales de exploración, muy
parecidos a los trajes que se utilizaban en las expediciones espaciales a la
luna o a marte, en tiempos del antiguo mundo, implementaron a sus trajes las
mascarillas oxiproton; implantes que facilitaban la respiración en ambientes
desconocidos y especialmente hostiles.
Al abrirse la escotilla que separaba el interior de la nave con el
ambiente exterior, el niño inmediatamente sintió dificultades para respirar, de
una forma enlentecida, pensando que, si no fuera por el oxiproton, posiblemente
habría muerto en segundos. A su vez, el humanoide le advirtió que la atmosfera
de dicho planeta era agresivo para cualquier tipo de ser viviente, por lo que recomendaba
discreción en sus movimientos, también sugiriéndole que presionara el botón de
pánico, si era necesario.
Antes de partir, Logan sintió lo difícil que era para él el
encaminarse con los centinelas y Charlie lejos de su nave, de su tripulación,
porque sabía que significaba un riesgo para todos, no obstante, lobo plateado
requería de reparación y de cualquier provisión o artilugio que pudiera
encontrar.
Y una vez que Charlie estableció los parámetros y facilitó la
información pertinente para iniciar la expedición, se dispusieron a recorrer un
camino sin destino para recabar datos a través de fotografías y scaneo del
perímetro, es decir, recolectar cualquier evidencia para llevarla de vuelta a
la nave y estudiarla, mientras que los centinelas se encargaban de cubrir el
perímetro y mantener la seguridad en rededor del capitán y Charlie.
Al sector que los rodeaba, el niño le dio un breve vistazo, avanzando
en pasos cautelosos, como si quisiera pasar inadvertido, dándose cuenta que
gran parte de la flora estaba seca y observando a lo lejos algunos tipos de
pinos amarillos y rojizos que se fueron cubriendo con el polvillo blanco que no
aún podía descifrar en su totalidad. Pero le recordaba a la navidad, aquel
manto blanco que solía cubrir la superficie de la ciudadela cada diciembre,
solo en días previos a la víspera, y sintió nuevamente su mejilla húmeda,
volviéndose helada a cada paso.
Además de los pinos, Logan pensó que ninguna especie podría
sobrevivir ante las bajas temperaturas; a las exigencias del ambiente y mucho
menos a la hostilidad que suponía la falta de oxígeno, a ratos respirando
profundo y agradeciendo al genio creador de los oxiproton por mantenerlo con
vida.
Parecía que la expedición en desarrollo sería breve, reflexionando
que en aquel lugar inhóspito y con escasez de vida jamás encontrarían ningún
artefacto o diamantes que pudieran brindarle energía a la nave y a Charlie. Aun
así, pensó que había sido un tiempo necesario para darles un descanso a los
tripulantes y despejar un poco la mente, ya que requería de claridad con
urgencia, culpándose por las pobres estrategias que ejecutó cuando enfrentaron
el nevazón.
De pronto, la base de datos que Charlie manejaba sufrió
dificultades para recolectar, analizar y enviar la información de vuelta al
servidor del centro de mando. Si bien no podía dilucidar el real problema de su
base de datos, el humanoide simplemente determinó una especie de interferencia,
generada probablemente por el magnetismo en los polos del planeta. Por lo
tanto, también presentó dificultades para precisar los lugares cercanos e
incluso equivocándose con las coordenadas, lo que no solo provocó la molestia
de Logan, sino que, además, perdió la precisión en los puntos de partida y la
ubicación actual.
¡Qué sorpresa!, pensó Logan, reconociendo que perderse definitivamente
era lo suyo.
Pese a ello, todo lo que veían a su rededor les sorprendía, ya que,
aunque parecía un lugar desierto, con el retozar de la ventisca, el llano se
fue cubriendo de un blanco invierno, recordándole a Logan las festividades,
antes que planetas como la Tierra o Marte perdieran su relevancia en la vía
láctea. Ahora solo podían consolarse con su mención en series y películas que
Charlie y él solían revisar del almacén.
A diferencia de Logan, Charlie no comprendía la razón ni el significado
de la navidad, aunque, claro, cómo podría entenderlo si no podía sentirlo.
Se decía que, en la época de navidad u otras festividades, Charlie,
al igual que otros humanoides, era “desactivado”. Mejor dicho, se disponía en
modo “descanso”, ya que su servicio no era requerido. Pese a ello, Charlie era
el único de los humanoides que servía durante la época, aun así, jamás fue un
invitado a las cenas navideñas que patrocinaban los padres de Logan. Aquella
situación era de absoluto desconocimiento del niño, hasta que Charlie le
consultó sobre su significado, todo con fines investigativos.
-¿La navidad… tiene algún sentido, capitán Logan? – Preguntó
Charlie con una pizca de escepticismo y genuina curiosidad.
-¡Los regalos! – Gritó Logan riendo a carcajadas, dando vueltas y
vueltas de carro, hasta caer de bruces en el suelo y provocando la preocupación
de los centinelas, quienes rápidamente llegaron a su alcance.
Pese al frío de la superficie, Logan se quedó recostado sobre el
piso y contempló la caída suave y serena de la nieve y, por un instante, deseo
no haber activado la nave de manera impulsiva tras haber desobedecido las
órdenes de su padre. Y nuevamente se castigó, aunque no quería hacerlo, se
sintió atemorizado ante la posibilidad de arriesgar no solo su vida sino
también la de cada uno de quienes integraban a su tripulación.
Sentía un cariño y admiración profunda por cada uno de ellos; los
centinelas por protegerlo y cuidarlo, hasta con su vida. A Yeon y Sky que se
volvieron sus amigos entrañables, de aventuras y misiones imposibles. El
maestre, o cocinero como solía llamarlo el niño, ya que se encargaba de darles
de comer a todos. También a los especialistas e ingenieros, todos ellos que
integraban su adorada tripulación y por quienes daría su vida si fuese
necesario para que volvieran a casa, sanos y salvos.
Y después pensó en Charlie y lo indispensable que se volvió su
presencia, una pieza clave para todo el rompecabezas que representaba ese
magnánimo equipo humano.
En lo que la nieve seguía precipitando como pequeñas lucecitas que
alguien ve frente a sus narices cuando está mareado, el niño rememoró los
gritos de su padre cuando abandonó la habitación corriendo, sintiendo su
corazón acelerado, enrabiado ante sus constantes exigencias y maltratos, su
excelencia, el soberano de la ciudad, siempre criticándole, midiéndolo con la
vara más alta, avergonzándolo, sintiéndose cada vez más pequeño cada que estaba
a su lado. Diminuto. Insignificante ante la grandeza de su omnipotencia.
Y aunque los pensamientos sobre mantenerse vagando en el espacio fueron
recurrentes, Charlie irrumpió en las cavilaciones del joven capitán,
comentándole que su sensor le indicó que una criatura, un ser vivo se acercaba
rápidamente a su encuentro.
Sin demora, Logan les ordenó a los centinelas que pudieran mantenerse
en alerta, no obstante, antes de que pudiera siquiera terminar de expresar su
mandato, junto a Charlie lograron visualizar una sombra gigantesca apareciendo
tras los centinelas y ésta arremetió sin ningún esfuerzo contra todos.
La criatura de aproximadamente dos metros y fracción, para
impresión de Logan, lucía una piel peluda y blanca como la nieve, pies gigantes
y manoplas con garras capaces de hacerlos volar con un solo golpe, incluso llevándolos
hasta el año anterior. De pronto, pensó en las viejas películas de ficción y
terror que, a veces, veía con Charlie, al igual que las caricaturas, recordando
que, posiblemente, se trataba de la leyenda del yeti.
¿Será cierto?, se preguntó a sí mismo, hasta que volvió al presente
y le pidió a Charlie enviar un mensaje de ayuda a la nave Silver wolf. Y, pese
a que le habría encantado ejecutar la solicitud de su capitán, Charlie quedó
petrificado por la ventisca que volvió a azotar con más fuerza, hasta ser
alcanzado por la bestia que lo derribó de un solo zarpazo.
Podrían decir cualquier cuestión sobre Logan, especialmente que
tenía un talento innato para navegar las oscuras y caóticas rutas del espacio,
pero jamás fue un habilidoso en cuanto al uso de las armas; sables,
dispositivos, bombas, pistolas laser, aun así, dispuso de su mayor esfuerzo para
dar un disparo certero con la pistola laser, y falló.
Y corrió tan rápido como pudo tras la inmensa bestia, abalanzándose
contra el aparente yeti, pero, al igual que los centinelas, fue derribado sin ningún
esfuerzo.
La ventisca siguió acentuando su torrente y fue difícil diferenciar
el pelaje blanco de la creatura con la nieve que no paraba de precipitar.
Aunque parecía que el abominable hombre de las nieves no tenía intención de herirlos, ya que solo los esquivaba o lanzaba contra las pilas de nieve que no dejaba de cubrir la superficie, al reconocer el arma letal que Logan poseía entre sus manos, la bestia gigantesca lo tomó y azotó contra el suelo, causando que el niño finalmente perdiera el conocimiento.
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