Vida pasada: Cuadro completo.
Sé que seguí todo
al pie de la letra
y si hubiese una receta,
sé que lo hice de forma perfecta.
Perseguí el camino que fue trazado para mí.
Como hoja de ruta:
sobreviví a la adolescencia,
fui a la universidad,
trabajé y conviví,
pero qué más podría hacer,
qué más podría pasar.
Ese era mi destino,
todo el plan,
pensé que lo tenía todo resuelto.
Tenía un mapa
de un camino que ya había recorrido
y Dios, el universo o mi karma
simplemente se rieron en mi cara.
Me di cuenta que
es verdad lo que dicen:
que uno propone y Dios dispone,
y aunque recorrí el camino,
paso a pasito,
nunca llegué a mi verdadero destino.
Me siento como un niño
perdido entre la muchedumbre,
atemorizado,
dando vueltas sobre sí mismo.
Luego, enfoco la mirada
en busca de un lugar,
un refugio que me brinde seguridad,
pero las lágrimas empiezan a correr.
Se me nubla la visión
y el pánico me inunda el pecho.
Lo hice todo
justo como debía hacerse,
aun así, el lado de mi cama sigue vacía
y la habitación se ve mucho más grande
como punto en el infinito,
tan frágil, tan chiquito.
Y ya es hora de apagar las luces, me digo,
cerrar los ojos y creer que mañana será mejor.
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