Vida pasada: Fragmentos.
Que no confíes
en la luna,
te digo y te lo
reclamo,
porque está
constantemente cambiando,
pero no puedes
dejar de contemplarla.
Me quedé
enceguecido
de tu mirada
brillante e infinita,
tan vulnerable
que, si la tocas,
si tuvieras la
suerte de alcanzar
podría
convertirte en polvo de estrellas.
Y no tengo
miedo de los cabellos de seda
que se van
enredando con cada caricia,
porque este
encuentro nuestro que envenena
y me devuelve a
la vida,
es precisamente
lo que buscaba.
Me voy
deslizando por las curvas,
suavizando el
precipicio que desemboca en tus labios
y cautivando con
la piel ardiente que me encadena,
liberado el
carmesí de tus mejillas
como volcán en
erupción,
y descubro,
cuando es de
noche,
que tú y yo
estamos solos
anhelando un
cuerpo y alma
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